Ahora que Keiko Fujimori, presidenta de Fuerza Popular y candidata perdedora de la segunda vuelta, finalmente aceptó los resultados y permitió que Pedro Castillo sea proclamado presidente electo del Perú, es momento de volver a mirar con calma los documentos que marcarán el rumbo del nuevo gobierno.

Primero, está el plan de gobierno original, escrito por Vladimir Cerrón, presidente de Perú Libre. Este partido se define como de izquierda socialista, inspirado en las ideas de Marx, Lenin y Mariátegui. En ese plan se propone cambiar por completo el modelo económico del país, tomando como ejemplo lo que hicieron Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Este documento fue el que presentaron oficialmente ante el Jurado Nacional de Elecciones y con el que ganaron. Se puede revisar aquí: https://votoinformado.jne.gob.pe/voto/Home/ListaCandidatos?op=gDZoqKljips%3D.

Luego está el segundo plan, más reciente, el llamado plan de los primeros 100 días del gobierno de Pedro Castillo. Este es más moderado, pero propone dos cosas clave: una segunda reforma agraria y un referéndum para cambiar la Constitución de 1993. El documento completo está en este enlace: http://perulibre.pe/plan-bicentenario.pdf.

La pregunta ya no es si Castillo cumplirá su plan, sino cuál de los dos. ¿El ideológico que lo llevó al poder o el más reciente, que parece buscar tranquilidad y diálogo?.

Mientras tanto, el Congreso, con mayoría de la oposición, está alerta y listo para reaccionar ante cualquier señal de que se quiera romper con el actual «modelo democrático». La “luz verde” que Keiko y sus aliados han encendido no es una señal de respaldo, sino de espera; están vigilando, no acompañando.

Pedro Castillo tiene dos opciones claras: puede manejar con responsabilidad las expectativas de cambio que generó en campaña, o puede convertirse él mismo en un problema para el país. Si elige lo segundo, vamos rumbo a una nueva etapa de enfrentamientos y división, pero esta vez con riesgos reales para las instituciones. La Constitución, aunque tenga críticos, sigue siendo el último límite que evita que pasemos del conflicto político al caos democrático.

No es momento de celebrar ni de tener miedo. Es momento de estar atentos, leer bien cada gesto y exigir transparencia. El Perú necesita reformas, sí, pero también necesita estabilidad.

Baja esquina. Pie derecho.

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