– ¿Que haces mirando al cielo con tu bandera en mano?
– La virgen de Chapi va a pasar por aquí, se que no crees, pero yo rezaré por ti y por tus hijos, para que el coronavirus no llegue a los tuyos…
Soy ateo y eso no significa que deba cuestionar tu fe en Dios y en la Virgen de Chapi. Más bien me siento muy agradecido por tu deseo de hacer extensivo el efecto de tus oraciones a mi hogar. Conmovido y con mucho respeto, yo creo en ti.

Creo en el gesto generoso de mirar por los demás sin pedir nada a cambio.
Creo en esa manera tuya de cuidar al prójimo desde lo más profundo de tu fe.
Y aunque yo no rece, tu oración me alcanza. Porque lo que haces, lo haces por amor. Y el amor, con o sin credo, siempre es real.
Gracias por detenerte, por pensar en mí aunque no me conozcas, por sostener tu bandera con la misma fuerza con la que sostienes la esperanza. Hoy no importa si creemos lo mismo. Lo importante es que seguimos aquí,
tú con tus rezos, yo con mis dudas, pero los dos con el deseo sincero de que nadie más sufra.
Y por eso, aunque no lo veas, también camino contigo.